2. Identidad y características de la catequesis a partir del Magisterio Episcopal Latinoamericano


a) I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Río de Janeiro, Brasil, 1955 

El documento de Río de Janeiro es breve y responde a los primeros pasos que se dan hacia una pastoral de conjunto en América Latina. Tiene la enorme validez de ser pionero en este aspecto.

Su temática se centra en el análisis de la situación religiosa de cada uno de los países de América Latina, poblada por más de ciento cincuenta millones de personas. Pero su lenguaje y tratamiento responde al tiempo en que se desarrolló.

Los Obispos destacaron tres problemáticas apremiantes: 

a) La problemática del clero: Los cuatro primeros títulos del documento los emplean los Obispos en tratar el grave problema de la escasez de clero, tanto secular como religioso, nativo y extranjero. Pide con insistencia que se empleen todas las maneras posibles para erradicarlo: Pastoral familiar, cultivo de los jóvenes en las Asociaciones, día del Seminario, etc., para procurar un mayor número de vocaciones. Insiste después en la importancia de una adecuada formación, espiritual, intelectual y humana. Asimismo recuerda la importancia de que se escojan los sacerdotes más doctos y virtuosos para los cargos del Seminario y dedica también todo un capítulo para preocuparse de la formación permanente del clero sugiriendo diversos medios. Aunque considera que la solución del problema de vocaciones está en el aumento de las vocaciones nativas, agradece la cooperación necesaria del clero extranjero y pide a la Santa Sede que interponga su valimiento ante los Ordinarios de las naciones de clero más abundante para que se facilite la venida de muchos sacerdotes. Y sugiere que en lo posible se les facilite la incardinación. Con relación a los religiosos, hay un sincero agradecimiento a la labor desarrollada, también la petición de una colaboración en los suburbios de las grandes ciudades y en la zonas más alejadas de parroquias extensas, así como la petición de que las familias religiosas puedan aumentar en los Países Latinoamericanos el número de sus miembros con abundantes y selectas vocaciones. Más adelante se muestra una sana preocupación por el incremento del protestantismo, reclamando, entre las medidas para una mejor formación de los católicos, la intensificación del movimiento bíblico, sugiriendo toda clase de iniciativas: Ediciones populares de la Biblia y Evangelios, semanas bíblicas, cursos de orientación, etc. 

b) La cooperación de los seglares: Está considerado bajo el título IV: “Auxiliares del Clero”, y destaca la importancia de una mayor formación y responsabilidad. Nombra expresamente a la Acción Católica que bajo diversas Organizaciones han alcanzado muchos frutos y manifiesta su deseo de que intensifiquen cada vez más su trabajo apostólico. A pesar de reconocer otras formas de auxiliares del clero y colaboradores del sacerdote, pide expresamente que se organice e incremente la Acción Católica en todas las Parroquias, así como que se le dote de sacerdotes exclusivamente dedicados a ella. Señala el apostolado social como responsabilidad del cristiano y ruega para que surjan verdaderas vocaciones a las actividades sociales y cívicas, estimulándolas hacia una óptima capacitación, no sólo técnica o científica, sino también práctica hacia el bien común.

c) La problemática social: En un breve Título (el VIII), Río de Janeiro aborda la problemática social que se queda más bien en constataciones y deseos: “La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano no puede dejar de expresar su honda preocupación ante los problemas sociales de América Latina y la situación angustiosa en que se encuentra todavía, a pesar del cúmulo de bienes que la Providencia ha dispensado al Continente, una no pequeña parte de sus habitantes, y en particular algunas clases de trabajadores del campo y de la ciudad, sin olvidar a la clase media, por los salarios insuficientes y la demanda de trabajo”. Alabando las obras que la caridad cristiana ha realizado en América Latina para remediar al menos en parte tantos sufrimientos y amarguras, sin embargo a la vista de que el problema social subsiste y se incrementa, proclama la urgencia de orientar e intensificar la labor social. También los Obispos muestran su especial preocupación por las “Misiones, los indios y la gente de color” (título IX), y pide para sus territorios una mayor atención en escuelas primarias y secundarias, de capacitación agrícola, de artes y oficios, así como obras de salud: hospitales, asilos, sanatorios, dispensarios, etc., y solicita a las Órdenes Religiosas el envío de personal capacitado y especializado en número y calidad cada vez mayor.

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b) II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia, 1968 

La Segunda Asamblea General del Episcopado Latinoamericano se celebró en la Ciudad Colombina de Medellín entre agosto y septiembre de 1968. Marcó un antes y un después en la historia de la Iglesia Latinoamericana. Quizás ningún otro documento del CELAM haya sido más citado.

El comienzo de la Conferencia se retrasó, ya que debía haberse celebrado en 1965 (10 años después de Río de Janeiro), precisamente porque se estaba celebrando entonces el Concilio Vaticano II (que terminaría en diciembre de 1966). Esto fue ocasión de la primera visita de un Papa a América Latina, pues Pablo VI viajó a Colombia para inaugurar la Conferencia de Medellín.

La II Asamblea General se enmarca así en la revisión a fondo de su pastoral, en el escrutar los signos de los tiempos y en la renovación en profundidad que marca el Vaticano II. Pero, además, Medellín también es deudor del magisterio de Pablo VI, principalmente de su Encíclica "Populorum Progressio", de la Homilía de Navidad de 1967, deI Mensaje de la Paz del 1 de Enero de 1968, y de los Discursos que el Papa pronunció en Colombia con ocasión de su visita en diversos encuentros.

Sus ponencias y conclusiones, que orientan y muestran derroteros nuevos para el caminar de una Iglesia en búsqueda y preocupada por la situación del pueblo latinoamericano, recogen, a la vez, muchos de los esfuerzos e iniciativas ya presentes en esa Iglesia, que está viva y ha optado por los marginados, comenzando a vivir en mayor pobreza, a tener una ubicación más cercana al mundo de los pobres, y a compartir con los pobres, sufrimientos y ansias de liberación.

De esta forma Medellín va a tener una gran resonancia no solo en la Iglesia de América Latina, sino que su mensaje va a llegar también a Europa y a otros continentes, que ven el compromiso de una Iglesia fuerte a pesar de sus limitaciones. Sobre todo los documentos de “Justicia” y “Paz” con una clara denuncia profética de la situación, tendrán una voz que se prolongará más allá de sus fronteras y que aún hoy permanece viva.

Aunque damos la importancia debida a las ponencias, que el CELAM publicó conjuntamente, nos referiremos sólo a las Conclusiones que están recogidas en 16 documentos, repartidos en tres áreas: 

- Área de promoción humana: Justicia, Paz, Familia y demografía, Educación y Juventud.

- Área de evangelización y crecimiento en la fe: Pastoral popular, Pastoral de élites, Catequesis y Liturgia.

- Área de Iglesia visible y sus estructuras: Movimientos de laicos, Sacerdotes, Religiosos, Formación del clero, Pobreza de la Iglesia, Pastoral de conjunto y Medios de comunicación social.


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c) III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Puebla, México, 1979 

La II Asamblea General del CELAM celebrada en Medellín había sido un fuerte revulsivo para la pastoral de la Iglesia Latinoamericana: Las directrices marcadas y las opciones impulsadas estaban ayudando a mostrar una nueva Iglesia. Por otra parte la situación social cada vez más explosiva hacía más clara la necesidad de profundizar en el rechazo a las estructuras injustas, la opción por los pobres más decidida y generalizada, y el respaldo hacia las comunidades de base, sitúa a la III Asamblea del CELAM en Puebla (27 de enero - 13 de febrero de 1979) ante tareas y esperanzas muy importantes.

Por otra parte, hay tensiones, no todos ven de la misma forma el camino que la Iglesia Latinoamericana debía seguir. Para otros, Medellín debía ser revisado y sus opciones mejor clarificadas; por eso hubo un fuerte debate antes de Puebla, lo que se nota en los documentos de trabajo que se fueron elaborando.

Juan Pablo I había muerto, y el nuevo Papa, Juan Pablo II, quiso estar en la Asamblea presente, con sus palabras orientadoras. Esto hizo que Puebla se retrasara unos meses. 

Esquema y temas centrales de Puebla 

Puebla está centrada en la Evangelización. Desde una visión histórica y actual del Continente, Puebla incide en desentrañar en qué consiste evangelizar y qué contenidos tiene la evangelización, los campos que debe iluminar y las acciones que demanda. Bajo el slogan de “Comunión y participación”, estudia los centros, agentes y medios de la evangelización, para ir, finalmente a las opciones.

El documento es extenso y rico en perspectivas, recogemos algunos temas que consideramos centrales: 

a) La visión socio-cultural de la realidad: Desde la óptica pastoral de la Iglesia Latinoamericana, Puebla analiza la situación del pueblo en la línea que ya lo hizo Medellín y recordando también los discursos de Juan Pablo II en México. En primer lugar constata que la Iglesia está comprometida con esta realidad y que ha tratado de ayudar al hombre a pasar de “situaciones menos humanas a más humanas”.

Después, repasa rápidamente los motivos de alegría: La tendencia innata de compartir que tiene el hombre Latinoamericano, el que haya tomado mayor conciencia de su dignidad, el mayor interés por los valores autóctonos y el respeto a las culturas indígenas, el deseo de superación de los jóvenes, y el avance económico significativo, lo que demuestra que sería posible desarraigar la extrema pobreza, los progresos en educación, etc.

Y continúa con el análisis de las “angustias”. Aquí Puebla denuncia con una gran claridad no sólo la situación, sino también sus causas, que no son fruto de la casualidad, sino producidas por unas estructuras injustas, que trae sus consecuencias: “Ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres”. 

b) La violación de los derechos humanos: Los Obispos ahondan más en este análisis y van de lleno a otro tipo de violación de los derechos de las personas, no solo ya se refieren a la falta de vida, salud, educación vivienda, o trabajo, derechos humanos llamados “sociales”, sino que denuncian con fuerza también la violación de sus derechos políticos. 

c) Los rostros de Cristo: En este contexto destaca el famoso texto donde Puebla reconoce en la situación de pobreza los “rostros concretos de Cristo”, es un texto por demás evangélico, que nos lleva directamente a la identificación con los pobres que Jesús reclama (Mt 25). Su lectura actual es altamente interpeladora y concluyente. 

d) Los contenidos de la Evangelización: Aquí es donde Puebla recoge la inquietud central del Papa Juan Pablo II y reflexiona con mayor claridad: 

La verdad sobre Jesucristo reclama que debemos presentarlo compartiendo la vida, las esperanzas y las angustias de su pueblo, consciente de su Misión, anunciador y realizador del Reino, sin parcializar ni ideologizar la persona de Jesús, como cuando se le convierte en un político, en un líder, en un revolucionario… 

La verdad sobre la Iglesia, como inseparable de Cristo, porque Él mismo la fundó, como camino normativo, como fiel transmisora y depositaria del Evangelio, cuya misión es anunciar e instaurar el Reino del cual es signo, germen y principio. Una Iglesia que vive el misterio de comunión como pueblo de Dios, a la vez santo y peregrino. 

La verdad sobre el hombre, haciendo un recuento de las visiones inadecuadas que del hombre se dan en América Latina, las describe brevemente y recoge los principales errores que contienen: La visión determinista, la psicologista, las diversas visiones economicistas, la visión estatista y, finalmente, la visión cientista. 

e) La pregunta: ¿qué es evangelizar?: Después de establecer los criterios de la dimensión universal de la evangelización, responde a los principales interrogantes que presenta la evangelización en el marco actual de América Latina. Recorre los temas de: Evangelización y cultura; evangelización y religiosidad popular; evangelización, liberación y promoción humana; evangelización, ideologías y política. Son temas que estaban en plena discusión en la Iglesia Latinoamericana y que los Obispos quisieron clarificar. 

f) Las comunidades eclesiales de base: Antes que nada hay que decir que Puebla acuña este nombre. Si antes se llamaban de distinta forma: “Comunidades cristianas”, “comunidades populares”, "comunidades eclesiales”, desde Puebla queda instituido el nombre con el cual desde ahora se reconocen todas. Es una breve pero eficaz definición de lo que son: Pequeños grupos cristianos de gente popular, que participan del apostolado de la Iglesia y constituyen la primera célula eclesial.

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d) IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo, República Dominicana, 1992 

Santo Domingo, en la conmemoración del V Centenario de la primera evangelización, se conviertió en Sede de la IV Asamblea del CELAM, con la presencia altamente significativa del Papa Juan Pablo II. A partir de entonces, se incorporaron en esta Asamblea todas las Iglesias del Caribe, y por eso será la Asamblea General del Episcopado Latino Americano y del Caribe.

1. La presencia y orientación del Papa 

El tema ya había sido elegido y los documentos de trabajo elaborados, pero es Juan Pablo II el que, de nuevo, dará una fuerte orientación a la Asamblea. Su discurso de inauguración bajo el eje de “Jesucristo ayer, hoy y siempre” marcará las pautas del diálogo posterior en los temas de la nueva evangelización. Ésta se convierte en la idea central de toda la Conferencia; la promoción humana y la cultura cristiana, serán también temas importantes.


2. Esquema y distribución del documento

Bajo el nombre centralizador de Jesucristo, Santo Domingo distribuye sus reflexiones en tres grandes apartados: Jesucristo Evangelio del Padre, Jesucristo evangelizador y viviente en su Iglesia, y Jesucristo vida y esperanza de América Latina y del Caribe.

Cada tema central se irá dividiendo en subtemas y la forma de redacción llevará en cada uno de los apartados, por pequeños que fueren, a estructurarlos en tres partes: exposición, desafíos pastorales y líneas pastorales.

Recogemos los aspectos centrales de cada parte y desarrollamos brevemente algunos aspectos de los que consideramos más importantes:

Primera Parte: Jesucristo Evangelio del Padre

En esta primera parte, los Obispos que se sienten convocados por el Papa, e impulsados por el Espíritu, reunidos en Santo Domingo, como en un nuevo Cenáculo, en continuidad con Río, Medellín y Puebla, comienzan proclamando su fe en Jesucristo, “el mismo ayer, hoy y siempre”. Su profesión de fe es larga y va recorriendo la vida de Jesús dando abundantes citas del Nuevo Testamento; sigue luego una confesión llena de amor para con la Iglesia, y termina invocando la protección de María la primera creyente.

En un segundo apartado, los Obispos recuerdan los 500 años de Evangelización del Continente, reseñando los efectos positivos, agradeciendo a las personas que la llevaron a cabo, recordando a los primeros evangelizadores que “defendieron los derechos y la dignidad de los aborígenes y censuraron los atropellos cometidos contra los indios en la época de la conquista” y también reconocen “con toda verdad” los abusos cometidos por aquellas personas que no supieron ver en los indígenas hermanos e hijos del mismo Padre, Dios. Recuerdan también como uno de los episodios más tristes de la historia latinoamericana y del Caribe el inhumano tráfico de esclavos, que es un baldón escandaloso en la historia de la humanidad.

Segunda Parte: Jesucristo evangelizador viviente en su Iglesia

Desarrolla Santo Domingo, en esta segunda parte, todo el tema relacionado con la nueva evangelización, la promoción humana y la cultura cristiana, recordando las directrices de Juan Pablo II, que el punto de partida está en la certeza de que en Cristo hay una “inescrutable riqueza” que no agota ni ninguna cultura ni ninguna época.

Tercera Parte: Jesucristo, vida y esperanza de América Latina y del Caribe

Revisando el camino, se proclama abiertamente la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios vivo, única razón de nuestra vida y fuente de la misión.  

Los Obispos aclaran que todas nuestras Iglesias particulares, unidas en la esperanza y en el amor, bajo la protección de Nuestra Señora de Guadalupe, en comunión con el Santo Padre y en continuidad con las orientaciones pastorales de las Conferencias Generales de Medellín y Puebla, se comprometerán a trabajar en:

1. Una nueva evangelización de nuestros pueblos.
2. Una promoción integral del pueblo latinoamericano y caribeño.
3. Una evangelización inculturada.

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e) V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida, Brasil, 2007 

Los obispos, reunidos en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe quisieron impulsar, con el acontecimiento celebrado junto a Nuestra Señora Aparecida en el espíritu de “un nuevo Pentecostés”, y con el documento final que resume las conclusiones de su diálogo, una renovación de la acción de la Iglesia. Todos sus miembros están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos en Él tengan vida.



En la senda abierta por el Concilio Vaticano II y en continuidad creativa con las anteriores Conferencias de Río de Janeiro, 1955; Medellín, 1968; Puebla, 1979; y Santo Domingo, 1992, reflexionaron sobre el tema “Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida”. La cita inspiradora fue “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6), y procuraron trazar en comunión líneas comunes para proseguir la nueva evangelización a nivel regional.

Expresaron, junto al Papa Benedicto XVI, que el patrimonio más valioso de la cultura de nuestros pueblos es “la fe en Dios Amor”. Reconocieron con humildad las luces y las sombras que hay en la vida cristiana y en la tarea eclesial. Quisieron iniciar una “nueva etapa pastoral”, en las actuales circunstancias históricas, marcada por un fuerte ardor apostólico y un mayor compromiso misionero, para proponer el Evangelio de Jesucristo como camino a la verdadera vida que Dios brinda a los hombres.

En diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres, asumieron “la gran tarea de custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios, y recordaron también a los fieles de este Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo” (Benedicto XVI, Discurso Inaugural, 3).

Se propusieron renovar las comunidades eclesiales y las estructuras pastorales para encontrar los cauces de la trasmisión de la fe en Cristo como fuente de una vida plena y digna para todos, para que la fe, la esperanza y el amor renovaran la existencia de las personas y transformaran las culturas de los pueblos.

En ese contexto y con ese espíritu ofrecieron sus conclusiones abiertas en el Documento final. El texto tiene tres grandes partes que sigue el método de reflexión teológico-pastoral “ver, juzgar y actuar”. Así se miró la realidad con ojos iluminados por la fe y un corazón lleno de amor, proclamando con alegría el Evangelio de Jesucristo, con el fin de iluminar la meta y el camino de la vida humana, y buscando, mediante un discernimiento comunitario abierto al soplo del Espíritu Santo, líneas comunes de una acción realmente misionera, que pusiera a todo el Pueblo de Dios en un estado permanente de misión.

Ese esquema tripartito está hilvanado por un hilo conductor en torno a la vida, en especial la Vida en Cristo, y está recorrido transversalmente por las palabras de Jesús, el Buen Pastor: “Yo he venido para que las ovejas tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10). 
 

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